lunes, 4 de abril de 2016

ADMINISTRACIÓN DE "ELOY ALFARO"

Primer Gobierno: Desde el 5 de junio de 1895 al 31 de agosto de 1901

    La primera medida fue exonerar a los indios del pago de la contribución territorial y del trabajo subsidiario, y gobernar con todos los sectores del liberalismo. La segunda, aplacar a la Iglesia: escribió al papa León XIII para presentarse y le pidió que canonizara a la quiteña Mariana de Jesús Paredes y Flores. El Papa le contestó con paternal bondad, pero la Iglesia local no estaba dispuesta a la paz. "Rechace el Señor a los espíritus infernales (del liberalismo)", arengaba el huido obispo de Manabí, que dirigió una invasión desde Colombia, mientras el desterrado obispo de Loja lo hacía desde el Perú. Los conservadores se sublevaban en el norte, en el centro y en el sur de la Sierra. Los predicadores incitaban a la guerra santa. Hubo abusos y desmanes: el coronel Manuel Antonio Franco, el hombre duro de Alfaro, expulsó a los capuchinos de Ibarra. Las tropas liberales asaltaron el Palacio Arzobispal de Quito, quemaron la biblioteca y el archivo, injuriaron al arzobispo González y Calisto, paladín de la cruzada antiliberal, e hicieron la parodia de fusilarlo si no gritaba "!Viva Alfaro!".
El arzobispo respondió dulcemente que "¡Viva hasta que muera!". Se persiguió a los hermanos de la Salle, a los padres salesianos y redentoristas y se apresó a algunos sacerdotes y religiosos, sobre todo, a los dominicos. Y expulsó de la misión del Napo a los jesuitas, "destruyendo con un sólo mandato sacrificios, beneficio y costos sostenidos durante muchas décadas, interrumpiendo así... la defensa del territorio oriental", como señala el historiador Luis Robalino Dávila. El coronel Antonio Vega Muñoz al mando de fuerzas conservadoras tomó Cuenca el 5 de julio. Cuenca estaba psicológica y militarmente preparada para resistir. Por las noches, indios, sirvientes, patrones y sacerdotes salían en procesión de antorchas cantando la letanía: "Del indio Alfaro, líbranos, Señor". El propio Alfáro tuvo que tomar la ciudad al mando de un poderoso ejército. La campaña duró dos meses. Se peleó calle por calle y casa por casa. Cuenca se defendió hasta con agua y aceite hirviendo. El 23 de agosto, la ciudad se rindió. Hubo 1.250 muertos.
En Quito, la represión a los conservadores fue durísima: la Universidad y sus profesores fueron ultrajados y los periódicos, clausurados. En el cementerio de San Diego, el periodista Víctor León Vivar daba el adiós a los restos mortales de Pablo Herrera, académico de la Lengua y prominente político conservador. Cuando abandonaba el cementerio, fue cazado entre las tumbas por soldados alfaristas y acribillado a balazos. Pese a esta guerra religiosa y regionalista, el Gobierno gobernó: canalizó Guayaquil, construyó el mercado de Quito, reformó los aranceles, suspendió el pago de la deuda externa, apoyó la independencia de Cuba ante la reina de España, María Cristina, convocó un Congreso Internacional Americano en México para fomentar la unión latinoamericana, que no tuvo éxito, y llamó a elecciones para Asamblea Constituyente. Casi todos los elegidos fueron liberales y gobiernistas.
La Asamblea se reunió en Guayaquil el 9 de octubre de 1896. Cuatro días antes, un tercio de Guayaquil había sido pasto de las llamas. Las pérdidas llegaron a 18 millones de sucres. La Asamblea trasladada a Quito por el incendio eligió a Alfaro presidente constitucional por 51 votos, más 12 votos en blanco, y promulgó la undécima Constitución el 14 de enero de 1897. Ésta consagró la libertad de cultos, abolió la pena de muerte, estableció la igualdad de los ciudadanos ante la Ley y quitó el privilegio de fuero para los delitos comunes.
Cuatro cuidados principales ocuparon la atención de Alfaro en este período: las relaciones con la Iglesia, el ferrocarril, la obra pública, la paz interna y externa. La libertad de cultos violaba el concordato con la Santa Sede. Alfaro intentó renegociarlo de modo que Roma aceptara la separación entre la Iglesia y el Estado. La Santa Sede se mostró más flexible que la Iglesia local, pero no se llegó a un acuerdo. El Congreso Extraordinario de 1899 resucitó el Patronato colonial, que sometía la Iglesia al Estado. Lo hizo para impedir que el clero participara en la política partidista y para "inducirlo a vivir nuestra vida republicana, ... mediante el ejercicio sublime, pero exclusivo, de su ministerio", como dijo Alfaro.
Los obispos y los conservadores obedecieron a medias. En 1900, se estableció el Registro Civil con lo que se arrebató a la Iglesia un instrumento de información y control ciudadano. Los cementerios pasaron a ser administrados por el Estado. Entonces el delegado apostólico de la Santa Sede para América del Sur, monseñor Pietro Gasparri, negoció con el canciller José Peralta, cabeza ideológica del radicalismo. Conferenciaron en Santa Elena, Guayas, y firmaron protocolos de reconciliación, que, al tiempo de ser ejecutados por el nuncio apostólico Bavona, fueron descono-cidos por Peralta. El secretario de Estado de la Santa Sede protestó. Y quedó consumada la ruptura con la Iglesia. En 1897, Alfaro celebró un contrato con el empresario estadounidense Archer Harman, de confesión protestante, para la terminación del ferrocarril Guayaquil-Quito. Desde Durán había construidos 70 kilómetros de línea estrecha.
Tarjeta Postal de Guayaquil.jpg
Todo el mundo se le opuso: los comerciantes y banqueros porque había contratado con una compañía extranjera, y había que renegociar la deuda externa y gravar con impuestos el comercio exterior. Los latifundistas de la Sierra, por la deuda externa y los trastornos que el ferrocarril acarrearía al mercado interno; la Iglesia, porque el contratista no era católico y porque con el ferrocarril llegaría la disolución de las costumbres. Alfaro se mantuvo firme: "Don Miedo nunca fue buen consejero. El decoro nacional no consiente un paso atrás", telegrafió a Luis Felipe Carbo, su ministro en Washington. La obra pública fue inteligente: sancionó la Ley de Instrucción de 1897, que reservaba al Estado el control de todo el ciclo de enseñanza, incluida la universitaria; la educación debía ser laica y gratuita, y la primaria obligatoria; inauguró los primeros colegios normales para preparar maestros de primaria, fundó el Colegio Nacional Mejía, entregó la recaudación de impuestos en la Costa a una compañía privada, la Sociedad de Crédito Público; adoptó el patrón oro como base del sistema cambiario y norma referencial para el comercio exterior; reorganizó las Fuerzas Armadas, abrió la administración pública a la clase media, y las oficinas del Estado a la mujer trabajadora.
En 1900, Ecuador concurrió con éxito a la Exposición Mundial de París; se trasladaron solemnemente a la catedral metropolitana los restos mortales del Mariscal Antonio José de Sucre, descubiertos en el subsuelo del Carmen Bajo de Quito. La paz interna fue perturbada por sucesivos levantamientos de los conservadores. Primero en Riobamba, en 1897, lo que dio pie a excesos en el colegio San Felipe: El padre Emilio Moscoso, superior del colegio, fue asesinado por las tropas alfaristas, que profanaron las hostias consagradas. Al año siguiente, se levantó en Cuenca el coronel Antonio Muñoz y fue derrotado por el coronel Ullauri, liberal. En 1898, la lucha fue en Taya y Guangoloma, Cotopaxi. Se mutilaron las orejas de los pri-sioneros reincidentes, vencidos en Taya. En 1899, fue derrotado en Sanacajas, Chimborazo, el general conservador José María Sarasti. Los desterrados al Perú atacaron Loja. Las mutuas intromisiones de liberales ecuatorianos apoyados por Alfaro en Colombia y de conservadores colombianos en Ecuador causaron tres batallas entre 1898 y 1900, que aunque localizadas y sin consecuencias internacionales, fueron sangrientas. En la de Tulcán, el 22 de mayo de 1900, murieron 800 combatientes, en su mayoría colombianos. Destacó en este conflicto la doctrina del obispo de Ibarra, Federico González Suárez, que se opuso a los invasores conservadores de la llamada "Restauración Católica", aduciendo que no era moral sacri-ficar los intereses del Ecuador por querer salvar los de la Religión.
Durante este primer período de la administración de Alfaro se firmó el "Contrato Harman", en virtud del cual quedaba asegurada la continuación rápida de los trabajos delferrocarril Guayaquil a Quito, llegando hasta Costa. En este período Eloy Alfaro también dio mucho impulso a la educación. El 19 de mayo de 1896 su mano derecha, el Coronel Luciano Coral Morillo, inaugura el Colegio Bolívar de Tulcán siendo el primer colegio laico del país, en 1907 la Escuela de Artes y Oficios, el 11 de junio de 1897 el Instituto Nacional "Mejía", el 20 de octubre de 1900 la Escuela de Bellas Artes de Quito, el 14 de febrero de 1901 el Colegio Normal Juan Montalvo y el Colegio Normal Manuela Cañizares, el 11 de agosto de 1901 el Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil y el Colegio Militar Eloy Alfaro. En 1901, se establecen locales para el funcionamiento de los Colegios Normales Montalvo y Manuela Cañizares, el edificio del Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil. En definitiva, en el gobierno de Eloy Alfaro también se dio mucho impulso a la educación. Finalizó su primer periodo presidencial cuando el Ecuador era un amplio camino hacia el progreso.

Segunda Administración:16 de enero de 1906 a 11 de agosto de 1911

El golpe militar de Eloy Alfaro contra el presidente Lizardo García influyó para que los dos primeros años de la segunda presidencia del Viejo Luchador fueran perturbados por la oposición de los liberales placistas y de los conservadores. Lo más notable de este segundo período fue la consolidación del laicismo, la llegada del ferrocarril a Quito y la unión nacional en torno al conflicto bélico con el Perú. El 9 de diciembre de 1906, el general conservador Antonio Vega Muñoz levantó a Cuenca contra Alfaro. Vega esperaba refuerzos conservadores de otras provincias de la Sierra. Fue derrotado por el general liberal Ulpiano Páez en Ayancay, entre Azuay y Cañar. Vega murió de un balazo cuando entraba a pie en Cuenca como prisionero de las tropas alfaristas. Los gobiernistas dieron la versión de que Vega se había suicidado; pero lo más probable es que fue asesinado.
Este hecho aumentó la impopularidad de Alfaro. Vega era un ciudadano distinguido y respetado en Ecuador. La impopularidad creció cuando en el mismo mes de diciembre el batallón "Vargas Torres" saqueó la ciudad de Loja con la connivencia de las autoridades alfaristas locales, y cuando el desmán quedó impune. Muchos liberales radicales se pasaron a la oposición. Había descontento contra los abusos del Ejército, cuyo liderazgo iba escurriéndose de las manos de Alfaro, quien, débil y achacoso, permitía que el Poder se repartiera entre los favoritos y sus familias. Consultado el nuevo arzobispo de Quito, Federico González Suárez, sobre qué hacer contra estos y otros abusos, aconsejó votar por personas capaces y patriotas. En Quito se constituyó un Club Político Universitario para luchar por la libertad de sufragio en las elecciones del próximo Congreso. Como se preparaba el fraude electoral, el pueblo se levantó para apoyar a los universitarios. El 25 de abril de 1907 se dio un choque sangriento. Alfaro perdió el apoyo de un sector de los intelectuales. Un poco más tarde, el 19 de julio, se intentó asesinar a Alfaro en la gobernación de Guayaquil. Al defenderlo, murieron ocho oficiales, y se fusiló a ocho de los 16 complotados que habían sido reducidos a prisión.
Pero la Revolución Liberal consiguió afianzarse aunque sólo institucionalmente. La Constitución promulgada el 23 de diciembre de 1906, la duodécima desde la fundación de la República, llamada "atea" por los conservadores, consagró el laicismo en el Estado, la educación y la familia y defendió la libertad de conciencia colocando las demás religiones a la par de la Católica. Perfeccionó la independencia de los tres poderes del Estado y amplió las garantías ciudadanas. Esta Carta Política se convertiría en el referente mayor del derecho constitucional ecuatoriano. La Convención que la promulgó eligió presidente a Eloy Alfaro por 41 votos contra los 16 que obtuvo el guayaquileño Carlos Alberto Aguirre.
Tres convencionales votaron en blanco. El 6 de noviembre de 1908 se promulgó la Ley de Beneficencia, más conocida como "De manos muertas". Su primer artículo decía: "Decláranse del Estado todos los bienes raíces de las comunidades religiosas establecidas en la República". Y el segundo: "Adjudícanse las rentas de los bienes determinados en el artículo primero a la beneficencia pública". La mitad de las rentas producidas por esos bienes fue para la sustentación de los religiosos y religiosas despojados de ellos, y la otra mitad para hospitales y obras sociales. En 1910 se promulgó una ley que autorizó la venta de los terrenos adyacentes a las iglesias y conventos con el objeto de finan-ciar la defensa nacional. La Revolución, sin embargo, no avanzó en el terreno de los cambios estructurales de la tenencia de la tierra y de la distribución del ingreso a favor de las clases populares y campesinas. La Revolución había sido castrada por la burguesía liberal. Una fracción de esta burguesía, la comercial y bancaria, se opuso al fomento de la industria nacional, uno de los proyectos favoritos de Alfaro, quien había promul-gado en 1906 la primera Ley de Protección Industrial y en 1908, la Ley de Marcas y Fábricas. El sector bancario tuvo una rápida expansión: se fundaron en Quito los bancos del Pichincha (1906), de Crédito (1907), y de Préstamos (1909), y en Gua-yaquil la Caja de Préstamos y Depósitos La Filantrópica (1908). Alfaro perdió el apoyo de las bases populares cuando estas empezaban a organizarse: se fundó en 1906 el Partido Liberal Obrero y en 1909 se reunió en Quito el Primer Congreso Obrero.
La llegada del ferrocarril transandino a Quito el 25 de junio de 1908 fue el triunfal Domingo de Ramos para el acosado presidente. El arzobispo de Quito ordenó echar a vuelo las campanas. Hubo fiestas populares y oficiales. El regocijo fue intenso. "Día", dijo Alfaro, "el más glorioso de mi vida porque es la realización de los más grandes ideales del país y que han sido y son los míos propios". Quedaba una deuda muy grande y la ilusión de que este ferrocarril transformaría a Ecuador. Sólo fue así a medias. La oposición, con razones, se opuso al contrato Charnacé para construir un ferrocarril entre Ambato y el Curaray a cambio de una gran ex-tensión de la Amazonía. Y también se opuso con pasión a los ferrocarriles Quito-Ibarra, Ibarra-Esmeraldas, Guayaquil-Manta-Bahía de Caráquez y Guayaquil-Machala. Alfaro recobró su popularidad no solo con el ferrocarril Guayaquil- Quito sino por su decidido liderazgo en la contienda limítrofe con el Perú en 1910.
El laudo arbitral del Rey de España estaba próximo a pronunciarse, y se supo que iba a ser desfavorable a Ecuador. "El Perú había comprado con oro, derramado pródigamente, a todos los españoles que tenían que tomar parte en el proyecto del laudo", opinaba González Suárez en una carta privada. Y aunque el laudo hubiese sido favorable a Ecuador, Perú había declarado por boca de sus representantes en Madrid y de su propio presidente que "si peruanos ocupaban (ya) todo el Oriente, estas tierras son y serán peruanas contra todas las declaraciones del mundo". Los ánimos populares se encendieron. El 3 de abril de 1910 fueron atacados en Guayaquil el Consulado del Perú, algunos establecimientos comerciales y un barco mercante de ese país. Hubo desmanes parecidos en Quito. Ecuador dio satisfacciones, pero el Perú respondió con un ultimátum incumplible para el honor nacional. Alfaro encargó la presidencia y se puso al frente de un Ejército de 25 mil soldados y una reserva de 20 mil voluntarios. Todo el Ecuador lo respaldó a través de Juntas Patrióticas Nacionales. No se llegó a combatir porque mediaron Argentina, Brasil y Estados Unidos. Ecuador se abría lentamente al progreso: el teléfono presidencial era el número 3, Guayaquil estrenó tranvías eléctricos y Quito, una planta eléctrica en Guápulo. Se creó la Cruz Roja y se estableció la Sanidad Pública. En 1909 se celebró el centenario del Primer Grito con la inauguración del monumento a los Héroes de la Independencia en la plaza mayor de Quito y con una Exposición Internacional. En 1906 se fundó el diario "El Comercio". La oposición conservadora se benefició del llanto de la efigie de la Dolorosa en la capilla del internado del Colegio San Gabriel de los jesuitas en Quito el 20 de abril de 1906.
En la segunda administración del General Alfaro, se realizaron las siguientes obras: el 25 de junio de 1908 se inauguró el ferrocarril del Sur que unía Quito con Guayaquil; se dio 1’700.000 sucres para la construcción del sistema de agua potable de Quito, dotó a Guayaquil de canalización para este mismo servicio básico, se construyó, por el centenario del primer grito de la Independencia, un monumento conmemorativo en la Plaza Grande de Quito, y se realizó una Exposición Universal. Para sede de esa exposición se construyó el Palacio de la Exposición, actual sede del Ministerio de Defensa del Ecuador. Hizo levantar planos de nuestra frontera y proporcionó adecuados edificios a diversas instituciones militares. En 1910, ante una posible guerra con el Perú por el centenario conflicto territorial, se trasladó a la frontera sur para organizar la defensa de la República, y adquirió armamento moderno. En 1906 se promulgó la Constitución liberal, que consagró el Estado laico, poniendo fin a la injerencia de la Iglesia Católica en la política. Un dato interesante es que desde el gobierno de Eloy Alfaro se le dio oportunidad a las mujeres de estudiar y ser parte de la sociedad.
Hallazgo de los restos mortales del Gral. Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre los mismos que fueron llevados a la catedral metropolitana donde se los guarda, se los conserva y se los venera muy respetuosamente. Reorganizó el desaparecido conservatorio de música Desapareció privilegios militares y eclesiásticos. Hizo levantar un monumento al insigne escritor y amigo Don Juan Montalvo en su ciudad natal. En 1901, se establece locales para el funcionamiento de los Colegios Normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares, El edificio del Colegio Vicente Rocafuerte de Guayaquil. Construyó el ferrocarril del sur, se dio 1’700.000 sucres para el Agua Potable de Quito, dotó a Guayaquil de canalización, se inauguró en la Recoleta el local que hoy ocupa el Ministerio de Defensa, proveyó al Ecuador de un armamento moderno.







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